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Parte 2: Cabina 4058.

¡Espera! Si no has leído mi post anterior, léelo antes de continuar con este. Y luego, prepárate un café y siéntate conmigo para leer el desenlace de la historia.

Norwegian Epic | Juan Felipe ©

La frustración que sentía en ese momento me llenó los ojos de lágrimas.


Quería mandar todo al carajo. Tenía mucha rabia. La compañía ya me estaba acosando con esos resultados.


Llamé a la agencia y les expliqué todo lo que pasó. Quien me atendió la llamada me hizo saber que, aparentemente no era la primera queja que escuchaban sobre el médico y que, lamentablemente, ellos no podían hacer nada pues él estaba contratado directamente con la empresa de cruceros pero que sí iban a poner la queja formal contando lo sucedido. En ese momento, me relajé un poco.


En medio de esa llamada le digo a la agencia “pues es que él -refiriéndome al doctor- me dijo que gracias por venir y me entregó mis papeles” y en ese momento caigo en cuenta de que, en mis manos, en un sobre de manila amarillento y doblado en una esquina, tenía TODOS mis papeles firmados. En la agencia me dicen "envíame todo así, y si nos dicen algo sobre la hipertensión, anexamos el comprobante médico que tienes". Y de nuevo vino a mi vida la felicidad. Ya había pasado ese trago amargo que dejó el episodio con el doctor y ahora ya se veía mucho más cerca la oportunidad.


Luego vino la visa de tripulante que costó $680.000 pesos colombianos. La cuenta ya iba en $1’475.000 pesos colombianos. En ese momento de nuevo te aborda la duda de si todo lo que estás haciendo, es real. Si no te están robando.


Cannes | Juan Felipe ©

Después de que ya tenía mi visa, mis papeles en orden, empezó de nuevo la espera. Ya no eran semanas, ahora pasaron meses. Y en ese tiempo tenía esa incertidumbre de si me estaban robando mi dinero o si la oferta era muy fantasiosa. También me ponía a pensar: bueno, si no fuese real, no me hubiesen aprobado la visa y me decía a mi mismo “igual yo no le he dado dinero a la agencia tampoco”. En fin, cosas que piensa uno como Colombiano que suele ser desconfiado.


No está de más confesarles que esos 3 meses de espera, generaron frustración, agotamiento, ansiedad, nervios. Tenía emociones revueltas. Le escribía muy seguido a la agencia preguntando en qué iba el proceso y la respuesta siempre fue “Juan, cuando sepamos algo, nos comunicaremos contigo. No te preocupes”. Y sí, tenían razón, era cuestión de ser paciente.


El día que menos lo esperas, llegan las cosas. Estaba rumbo a mi casa, terminando una jornada de trabajo agotadora y estresante y recibo un correo que decía el nombre del barco al que me iban a enviar y un mensaje que decía la fecha en la que me iba a embarcar y la salvedad de que los tiquetes me los enviarían por correo también. Ahí mi día mejoró radicalmente. Ya me sentía fuera de Colombia.


Entre el día que recibí el correo y la fecha en la que me iba a ir, habían 2 meses de distancia. Tiempo suficiente para pedir citas médicas, comprar cosas necesarias como unas buenas maletas, saludar a amigos y familia y por qué no, comprar un par de buenos libros. Era un viaje que originalmente iba de Bogotá hasta Los Ángeles. Había que planear bien qué hacer en un avión tanto tiempo.


En la agencia luego me dijeron que por favor guardara TODAS las facturas originales y que las llevase conmigo porque en el Crucero me las iban a solicitar, pues me harían la devolución del 100% de los gastos de Visa y Exámenes Médicos. Alegría aumentada en un 90% porque iba a recuperar esa inversión que hice y además era en dólares.


Bonaire | Juan Felipe ©

El día se acercaba y la ansiedad y alegría se sentía cada segundo más. Recuerdo haber hecho planes para ver a mi familia allá en California. De la nada, me llaman de la agencia y me dicen “Juan, te van a cambiar a otro barco. Ya no te vas mañana, te vas la otra semana”. Me lo tomé con calma y me relajé. Me dio un poco más de tiempo para alistar cosas y descubrir que había empacado cosas innecesarias.


El nuevo destino era Barcelona. Un lugar en el que nunca había estado y que me enamoró de sus paisajes nocturnos, pues tuve la buena suerte de verla de día y de noche. Llegué un día antes de la fecha de embarcación y logré aventurarme un poco por Barcelona. La compañía pagó el hotel donde me quedé esa noche y al día siguiente, a las 6 de la mañana, una van nos llevaría al puerto.

Vuelo a Barcelona | Juan Felipe @

Hasta ese momento, solo sabían mis papas y mi hermano. Entonces, haciendo uso de mis habilidades creé este video para contarles, que ahora entre mis planes, estaba irme del país.


Llegamos al puerto al día siguiente y mi reacción al ver el barco fue de asombro. Jamás había visto un barco tan enorme ni mucho menos había estado en uno. La emoción era incalculable. Llegamos a migración, porque, sí, te revisan las maletas y te escanean como en los aeropuertos, y luego ya te dejan seguir.


Recuerdo llegar ese día y ver un grupo de tripulantes saltando felices, gritando que ya se iban a sus vacaciones fuera del barco. Yo no entendía esa emoción. La vine a entender cuando estaba en mi 4to mes de contrato y anhelaba decir lo mismo. En el barco hay diferentes tipos de contrato: unos duran 2 meses, otros 6 y otros 9 meses. El mío fue de 6 meses, o lo era, antes del coronavirus. Pero eso es historia para otro Post.


Fueron 10 horas de vuelo hasta Barcelona. Conversé con mis vecinos de asiento casi que todo el tiempo. Tom, un australiano que iba a visitar a su hija en Barcelona, que es músico y abogado, una mezcla interesante de habilidades. Tomamos un delicioso cóctel mientras hablábamos. Primera experiencia genial fuera del país y es la cantidad de personas que puedes conocer cuando te quitas muchos miedos e inseguridades de encima.

Juan Felipe ©

Por fin estaba ahí. De pie frente a ese gigante flotante. Listo para esa aventura que me helaba la piel y al mismo tiempo me hacía sentir emoción.


Desde el primer momento en que pisamos el barco, ya hacíamos parte de NCL. Nos dieron un recorrido por el barco y, siendo honesto, me tomó un par de semanas acomodarme porque solía perderme con facilidad.


Me asignaron la Cabina 4058, me dieron mis uniformes, y comenzó esa etapa de mi vida que me hizo enamorarme del mar de una forma distinta.


De esa etapa hay muchas más historias que espero contarles en próximas oportunidades. Gracias por leerme, por acompañarme todos los jueves en este Post.


#ViajandoConJuan

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